miércoles, 14 de enero de 2009

La guerra Israel-Palestina o cómo el intervencionismo nacionalista europeo pretende solucionar algo de lo que es culpable

Hoy día ha surgido una nueva moda, la de apoyar a Palestina o a Israel. Mucha gente motivada por un movimiento de masas surgido por un no sé qué promovido por un no sé cuánto ha salido a la calle para denunciar algo que, si bien desde practicamente mediados del siglo XX se produce, parece que ha sido a día de hoy cuando merece la pena denunciarlo.

Muchos desconocen lo que realmente sucede en tierras israelíes o palestinas, lo único que saben es que allí hay una guerra y, por tanto, sienten la necesidad interior de aliarse con unos o con otros en función de lo que sus "omnipotentes" partidos ideológicos dictaminen. Peligroso es defender algo que se desconoce e interesante conocer el por qué de apoyar uno de los bandos en guerra.

Origen del problema palestino

El origen del conflicto se remonta a finales del siglo XIX, época en la que en Europa comenzó a fraguarse, al calor de la ola de nacionalismos, un movimiento singular, el sionismo. Este movimiento propugnaba la creación de una enntidad estatal única para los judíos dispersos por todo el mundo. El sionismo vio en Palestina, tierra donde se fundó el judaísmo, el lugar ideal para realizar su proyecto nacional. Se trata, por tanto, de un movimiento exógeno, totalmente ajeno a la realidad del lugar, europeo y de inspiración colonialista, que reivindicaba la reunificación de los judíos dispersos en la tierra de sus ancestros.

De esta manera Palestina se encontró con dos proyectos nacionales, el árabe palestino (movimiento autóctono) y el sionista (propiciado por el colonialismo europeo que vio con buenos ojos el proyecto de colonización y modernización sionista).

La percepción de las intenciones de la comunidad judía inmigrada cuando esta fue creando instituciones autónomas a modo de un protoestado judío y desarrollando prácticas excluyentes y discriminatorias respecto a los árabes siguiendo sus planes de control territorial. Poco a poco fue creciendo una espiral de violencia entre árabes y judíos sionistas que llevó a barajar la partición del territorio. Tras la Segunda Guerra Mundial las Naciones Unidas propusieron formalmente la partición del territorio y la creación de dos Estados, uno árabe palestino y otro judío. Este plan fue rechazado por los árabes pues legalizaba, a sus ojos, los planes y las colonias establecidas por los sionistas.

Por tanto, y resumiendo, inicialmente se trataba de una disputa entre dos movimientos nacionalistas por un mismo territorio. Estos dos movimientos eran muy desiguales. El árabe palestino era un movimiento autóctono equiparable a los de los países vecinos, que reivindicaba el derecho a la libre determinación. El otro era un movimiento exógeno, europeo y de inspiración colonialista; que reivindicaba la reunificación de los judíos dispersos en la tierra de sus ancestros, y era totalmente ajeno a la realidad del lugar. Los primeros pasos del conflicto fueron propiciados por el colonialismo europeo que vio con buenos ojos el proyecto de colonización y modernización sionista.

Creación del Estado de Israel

En mayo de 1948, la comunidad judía declaró unilateralmente la creación del Estado de Israel, acto que desencadenó la intervención militar de los Estados árabes vecinos en apoyo a los palestinos. A raíz de esta primera guerra árabe-israelí, el Estado judío no sólo resistió la intervención árabe, sino que provocó la salida de gran parte de la población palestina que quedaba en su territorio y amplió la superficie de su territorio más allá de lo previsto en el plan de partición. El nuevo Estado judío se alineó pronto con las potencias europeas frente al nacionalismo árabe (guerra del canal de Suez en 1956); ganándose su apoyo político y económico. Además a raíz del genocidio nazi, afirmó su razón de ser al declarar Israel como único refugio seguro para todos los judíos.

Por imperativos de seguridad (la necesidad de contar con más profundidad defensiva ante los hostigamientos de sus vecinos árabes) y de recursos naturales (recordemos que Palestina es un territorio con unos recursos naturales limitados y el agua es un bien muy preciado), en junio de 1967 Israel ocupó el Golan sirio, la península del Sinai egipcio y los territorios palestinos de Cisjordania y Gaza. Con la ocupación de estos últimos Israel se apoderaba de la totalidad del territorio de la Palestina del Mandato; sin embargo no los anexionaría ante la imposibilidad de expulsar a su población árabe y para evitar incrementar el número de árabes con ciudadanía israelí.

Mientras tanto la oposición palestina se organizó en el exterior. Durante los años 70 y 80', la OLP recompuso el tejido nacional palestino y organizó un Estado en el exilio que logró el reconocimiento y el apoyo internacional. La OLP (Organización para la Liberación de Palestina) combinó el encuadramiento de la población palestina refugiada, la acción diplomática y la lucha armada para liberar el territorio. Progresivamente la OLP fue aceptando la fórmula de la partición territorial pero exigiendo la materialización de los derechos nacionales del pueblo palestino: libre determinación, derecho a disponer de un Estado y retorno de los refugiados.

Ante la intransigencia israelí y el continuo apoyo de sus valedores externos, ni la vía diplomática seguida por la OLP ni la lucha armada dieron resultados. A finales de 1987 la iniciativa fue retomada por los palestinos del interior que desencadenaron el levantamiento popular en Cisjordania y Gaza. La intifada supuso un vasto movimiento de rechazo a la ocupación y de desobediencia civil que causó una profunda conmoción en Israel, desenmascaró la realidad de la ocupación y desencadenó un vasto apoyo internacional a los palestinos.

Al calor de la revuelta, en junio de 1988, Jordania cortó sus vínculos administrativos con Cisjordania, y en noviembre el Consejo Nacional Palestino (parlamento en el exilio) declaró el Estado de Palestina. La situación se hizo cada vez más insostenible para Israel, que seguía resistiéndose a cambiar de política. La Guerra del Golfo crearía las condiciones para que se concretase un marco de negociaciones tutelado por los EE.UU.

Incapacidad de la comunidad internacional a la hora de solucionar sus propios errores

La comunidad internacional ha sido incapaz de imponer una negociación o hacer cumplir sus resoluciones, y la duración del conflicto ha ido ahondando los motivos de tensión y dificultando encontrar soluciones satisfactorias para las partes. La entidad estatal judía se ha consolidado y la ocupación ha transformado la fisionomía de Cisjordania y Gaza. Mientras tanto los palestinos se han convertido en un pueblo desarraigado y dependiente de la ayuda exterior.

No es fácil hacer un balance de un proceso de paz tan singular que tenía por objeto pacificar la zona e iniciar la resolución negociada de este viejo contencioso. Sin embargo, durante estos últimos años la población palestina ha visto como el calendario del proceso de paz se ha atrasado y las medidas previstas no se han cumplido, mientras que sus condiciones de vida se deterioran día a día. La comunidad internacional ha repetido en numerosas ocasiones la necesidad de alcanzar un acuerdo negociado (ni violento, ni unilateral), justo (que no legitime la violencia pasada y que recoja los justos derechos de las partes) y duradero. Sin embargo el inicio de las conversaciones para resolver la cuestión palestina y pacificar la región no ha sido el resultado de la presión de esa comunidad internacional, ni se ha basado en las numerosas resoluciones de NNUU, sino se ha debido al interés norteamericano de estabilizar la región.

Pretender una pacificación funcional sin resolver las causas, sólo pospone cualquier nuevo brote del conflicto. Décadas de conflicto han generado un sustrato de desconfianza mutua y demonización del otro que dificultan el diálogo y la cooperación.

1 comentario:

Manuel dijo...

Muy buena sinopsis del problema Miguel.
Me ha llamado la atención los posicionamientos tan radicales a favor de una u otra facción, pero lo cierto es que los palestinos llevan las de perder y su futuro... ¡su futuro no existe! Es terrible pero estamos asistiendo impasiblemente a la destrucción de un pueblo y de una cultura.

Acabarán en reservas especiales para ellos como los antiguos Siux o los actuales saharauis y eso con mucha suerte.

Respecto al conflito bélico (la invasión y bombardeo de población palestina) nada que objetar desde un punto de vista jurídico. Si las bombas atómicas de Hirosima y Nagasaki, y los salvajes bombardeos de Tokyo, Dresde, Hamburgo o Königsberg tenían (y mantienen) cohartada legal y moral, la acción del ejército israelí es, desde esta macabra perspectiva, ejemplar.

Naturalmente confío en que algún día la ONU declare de una vez por todas que bombardear población civil para lograr un objetivo miliar es un crimen de guerra y un delito de genocidio. Hasta entonces todos estamos sujetos a sufrir bajo las bombas en caso de conflicto bélico (Dios no lo quiera nunca)