La recesión económica en Estados Unidos, además de ser muy probable, es practicamente una realidad. ¿Cuándo una economía se encuentra en recesión? Unos teóricos se decantarán por dar mayor peso a unos índices que a otros, pero la realidad es que hay claros síntomas de desaceleración en la mayor economía del mundo, siendo este hecho acompañado de una incertidumbre, eso sí, decreciente (pero en pequeña medida) desde que la Reserva Federal ha realizado las rebajas en los tipos de intervención. Digo incertidumbre reducida por este hecho ya que, a través de él, la Reserva Federal determina la tendencia que sigue su Política Económica y, por tanto, da un aparente respiro a su economía. Es aparente debido al incremento del IPC (superior al 4%), que puede verse afectado por este intento de reactivar la economía.
En cuanto al dólar, no es de menos esperar su actual debilidad, pero este hecho es negativo para nuestra economía ya que afecta a nuestras exportaciones y puede llegar a agravar la desaceleración económica de la Zona Euro.
Europa tampoco presenta un panorama atractivo, el IPC de la Zona Euro creció con una tasa superior al 2% (objetivo prioritario del BCE) llegando a alcanzar el 3,1%, y el IPC en España el 4,1%. Es España, por tanto, uno de los principales países responsables de la elevación de los precios en la tasa europea, y por otro lado, el que padece dicho endurecimiento vía precios. Otro hecho que determina la preocupación del BCE es el que, a diferencia de lo que muchos esperaban debido a la decisión de la Reserva Federal, el Sr. Trichet ha decidido mantener sus tipos de intervención en el 4%. Por ello, la economía europea trata de defenderse ante la creciente situación de desaceleración.
La otra y lógica cara de la moneda, para unos beneficioso, para otros perjudicial, es el sector inmobiliario, para el que un dato clave y representativo es que el número de viviendas iniciadas y el de permisos de construcción ha caído un 24% interanual. La desaceleración está pasando factura a este sector hinchado por la especulación y el ajuste parece que se irá haciendo en el mercado de manera progresiva.
Otro hecho importante es la caída de las bolsas. Entre ellas, la del IBEX 35 a los 12000-13000 puntos demuestran la creciente volatilidad del mercado y la repercusión en la Bolsa de Madrid de la coyuntura económica (ver gráfico adjunto). 2007 había finalizado con resultados positivos, pero con grandes preguntas acerca de la crisis financiera, preguntas que se irían resolviendo conforme transcurriese el tiempo. La realidad es que se ha producido una desaceleración económico y, consecuentemente, iniciamos un proceso de recesión económico el cual, el BCE trata de amortiguar manteniendo los tipos.
Ya no cabe cautela económica, ahora es el momento de ser conscientes del ajuste que se está dando en el mercado y, es por ello lógico, que la gente tenderá a invertir en tipos fijos, tratando de buscar seguridad (incluso en el Tesoro), en una situación de creciente volatilidad e incertidumbre.
Por todo ello opino que la Política Económica llevada a cabo por Jean Claude Trichet es la decisión adecuada, pero que en realidad llega tarde y en unas situaciones complicadas. Tarde porque así nos lo ha demostrado el apuntamiento en el crecimiento del PIB y en una situación complicada debido a la presión hipotecaria. El que llegue tarde y en unas situaciones complicadas provocará un primer impacto agresivo, pero que se irá acomodando conforme transcurra el ajuste económico.
En cuanto a decisiones gubernamentales que tratan de reducir el impacto de la desaceleración destaco una que, tratando de ayudar a la situación, lo que en realidad provoca es un desajuste aún mayor. Esta decisión es la famosa de los 400 euros. Por un lado habría que leer la letra pequeña para saber realmente a quién va dirigida, y por otro lado habría que conocer lo siguiente. En la situación en la que estamos, una inyección de liquidez para "reactivar la economía" es una barbaridad, lo único que se conseguiría sería que consecuentemente la reactivación del consumo incrementase en gran medida la presión inflacionista y, por tanto, tal inyección de líquidez se viese contrarrestada por la subida de la inflación, provocando así este hecho puntual un desajuste global de la economía española. Lo que sí que procedería a nivel fiscal sería una reducción de cuotas impositivas, lo que llevaría aparejado una reducción de ingresos estatales y, por tanto, una reducción del gasto, hecho posible y preferible desde mi punto de vista.
Lo que es cierto es que tenemos que asumir la situación actual como de desaceleración y consecuentemente "apretarnos el cinturón".
En cuanto al dólar, no es de menos esperar su actual debilidad, pero este hecho es negativo para nuestra economía ya que afecta a nuestras exportaciones y puede llegar a agravar la desaceleración económica de la Zona Euro.
Europa tampoco presenta un panorama atractivo, el IPC de la Zona Euro creció con una tasa superior al 2% (objetivo prioritario del BCE) llegando a alcanzar el 3,1%, y el IPC en España el 4,1%. Es España, por tanto, uno de los principales países responsables de la elevación de los precios en la tasa europea, y por otro lado, el que padece dicho endurecimiento vía precios. Otro hecho que determina la preocupación del BCE es el que, a diferencia de lo que muchos esperaban debido a la decisión de la Reserva Federal, el Sr. Trichet ha decidido mantener sus tipos de intervención en el 4%. Por ello, la economía europea trata de defenderse ante la creciente situación de desaceleración.
La otra y lógica cara de la moneda, para unos beneficioso, para otros perjudicial, es el sector inmobiliario, para el que un dato clave y representativo es que el número de viviendas iniciadas y el de permisos de construcción ha caído un 24% interanual. La desaceleración está pasando factura a este sector hinchado por la especulación y el ajuste parece que se irá haciendo en el mercado de manera progresiva.
Otro hecho importante es la caída de las bolsas. Entre ellas, la del IBEX 35 a los 12000-13000 puntos demuestran la creciente volatilidad del mercado y la repercusión en la Bolsa de Madrid de la coyuntura económica (ver gráfico adjunto). 2007 había finalizado con resultados positivos, pero con grandes preguntas acerca de la crisis financiera, preguntas que se irían resolviendo conforme transcurriese el tiempo. La realidad es que se ha producido una desaceleración económico y, consecuentemente, iniciamos un proceso de recesión económico el cual, el BCE trata de amortiguar manteniendo los tipos.
Ya no cabe cautela económica, ahora es el momento de ser conscientes del ajuste que se está dando en el mercado y, es por ello lógico, que la gente tenderá a invertir en tipos fijos, tratando de buscar seguridad (incluso en el Tesoro), en una situación de creciente volatilidad e incertidumbre.
Por todo ello opino que la Política Económica llevada a cabo por Jean Claude Trichet es la decisión adecuada, pero que en realidad llega tarde y en unas situaciones complicadas. Tarde porque así nos lo ha demostrado el apuntamiento en el crecimiento del PIB y en una situación complicada debido a la presión hipotecaria. El que llegue tarde y en unas situaciones complicadas provocará un primer impacto agresivo, pero que se irá acomodando conforme transcurra el ajuste económico.
En cuanto a decisiones gubernamentales que tratan de reducir el impacto de la desaceleración destaco una que, tratando de ayudar a la situación, lo que en realidad provoca es un desajuste aún mayor. Esta decisión es la famosa de los 400 euros. Por un lado habría que leer la letra pequeña para saber realmente a quién va dirigida, y por otro lado habría que conocer lo siguiente. En la situación en la que estamos, una inyección de liquidez para "reactivar la economía" es una barbaridad, lo único que se conseguiría sería que consecuentemente la reactivación del consumo incrementase en gran medida la presión inflacionista y, por tanto, tal inyección de líquidez se viese contrarrestada por la subida de la inflación, provocando así este hecho puntual un desajuste global de la economía española. Lo que sí que procedería a nivel fiscal sería una reducción de cuotas impositivas, lo que llevaría aparejado una reducción de ingresos estatales y, por tanto, una reducción del gasto, hecho posible y preferible desde mi punto de vista.
Lo que es cierto es que tenemos que asumir la situación actual como de desaceleración y consecuentemente "apretarnos el cinturón".
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